A la hora de construir o rehabilitar un edificio, la envolvente exterior juega un papel crucial tanto en su eficiencia energética como en su durabilidad y estética. En este contexto, la fachada ventilada se ha consolidado como una de las soluciones más innovadoras y eficaces. En Grupo Garmat, especialistas en sistemas de fachadas y envolventes arquitectónicas, diseñamos e instalamos fachadas ventiladas que combinan diseño, sostenibilidad y alto rendimiento técnico.
Cómo funciona una fachada ventilada
Una fachada ventilada es un sistema constructivo que se compone de tres capas principales: la pared soporte, una capa aislante y un revestimiento exterior fijado mecánicamente a la estructura mediante una subestructura. Entre el aislamiento y el revestimiento se deja una cámara de aire continua, creando un “efecto chimenea” que permite una ventilación natural constante.
Este flujo de aire contribuye a regular la temperatura y la humedad, evitando la acumulación de calor en verano y facilitando la evacuación del vapor de agua en invierno. El resultado es un entorno más confortable y una envolvente que protege al edificio frente a los cambios térmicos y climáticos.
Beneficios clave de la fachada ventilada
Las fachadas modernas requieren algo más que un buen diseño. Necesitan responder a las demandas de eficiencia energética, mantenimiento reducido y durabilidad en el tiempo. Las fachadas ventiladas cumplen con todos estos requisitos y aportan ventajas que van mucho más allá de lo visual.
Uno de los principales beneficios de la fachada ventilada es su excelente aislamiento térmico. Al mantener constante la temperatura interior, reduce significativamente la necesidad de climatización, tanto en invierno como en verano, lo que se traduce en un importante ahorro energético y económico.
También destaca su capacidad para eliminar el riesgo de condensaciones. Gracias a la cámara de aire, se evita que la humedad se acumule en el interior del muro, lo que protege la estructura y evita la aparición de moho o daños en los acabados interiores.
En términos acústicos, el sistema actúa como una barrera adicional que atenúa el ruido exterior, mejorando el confort en viviendas y oficinas situadas en zonas urbanas o de alta actividad.
Estética y versatilidad en diseño
Uno de los grandes atractivos de las fachadas ventiladas es su flexibilidad estética. El revestimiento exterior puede fabricarse en una amplia variedad de materiales: cerámica, composite, piedra natural, fibrocemento, madera tecnológica o metal, entre otros. Esto permite adaptar la solución a cualquier estilo arquitectónico, desde rehabilitaciones históricas hasta edificios de vanguardia.
En Grupo Garmat ofrecemos soluciones a medida que se integran armónicamente con la arquitectura existente o proyectada, aportando un valor añadido tanto visual como funcional. Además, estos materiales están preparados para resistir las inclemencias del tiempo, manteniendo su aspecto original durante años con un mantenimiento mínimo.
Durabilidad y sostenibilidad
Otra razón de peso para elegir una fachada ventilada es su elevada vida útil. Al actuar como una segunda piel, el sistema protege la estructura principal del edificio del desgaste provocado por la radiación solar, la lluvia, el viento y la contaminación. Esto prolonga la vida útil del inmueble y reduce la necesidad de reparaciones costosas a medio plazo.
Desde el punto de vista medioambiental, la fachada ventilada también suma puntos. Al mejorar el comportamiento energético del edificio, contribuye a la reducción de emisiones de CO₂. Además, muchos de los materiales utilizados en su fabricación son reciclables o de bajo impacto ambiental, cumpliendo con los estándares de construcción sostenible exigidos por normativas europeas.
Ideal para obra nueva y rehabilitación
Una de las grandes ventajas del sistema es su aplicabilidad tanto en edificios de nueva construcción como en procesos de rehabilitación. En este último caso, la fachada ventilada permite modernizar la envolvente sin necesidad de derribar el muro existente, mejorando notablemente las prestaciones térmicas y acústicas sin perder metros útiles en el interior.
Esta solución es especialmente eficaz en la renovación de fachadas deterioradas, ya que permite actualizar su estética y funcionalidad sin causar molestias prolongadas a los ocupantes del edificio.
